Antes, Google era el intermediario indiscutible en Internet: Los usuarios recibían los mejores posibles enlaces a páginas web para sus consultas de búsqueda. Lo que había en esas páginas, si era cierto y estaba actualizado, quedaba fuera de la responsabilidad de Google. Si Google proporcionaba respuestas directas, era únicamente para hechos objetivos como la hora actual en Nueva York o el número de matrimonios de Gerhard Schröder.
Google está probando ahora en Estados Unidos los «AI Overviews»: resúmenes de contenidos generados por inteligencia artificial. La respuesta de los medios de comunicación ha sido, con razón, devastadora. Google recomendó, por ejemplo, saltar desde el puente Golden Gate cuando se le preguntó sobre la depresión, mezclar pegamento en el queso para obtener una mejor salsa de pizza o fumar entre 2 y 3 cigarrillos al día a mujeres embarazadas.
Que Internet está lleno de falsedades, mentiras y contenidos manipuladores no es nada nuevo. Lo que sí es nuevo es que ahora Google publique él mismo este tipo de contenido en los resultados de búsqueda. Antes, el buscador gozaba del privilegio de ser un mero intermediario. Con la introducción de los resúmenes de IA, Google ha renunciado a esta ventaja. Los usuarios perciben este contenido como procedente de Google y consideran que es correcto. Por el momento, no está nada claro cómo pretende Google resolver este problema.